Este año las astrovacaciones han sido un poco atípicas. Queríamos buscar un destino que pudiéramos aprovechar dentro de 2 años para el eclipse solar que se podrá ver en parte de España así que hacia el mes de abril empecé a buscar alojamiento. Como siempre, procuro buscar una casita rural apartada del pueblo, en una zona con poca contaminación lumínica, económica y este año con el reto adicional de hacerlo dentro de la franca de totalidad del eclipse de 2024, vamos una misión complicada si juntas todos los parámetros de la ecuación.
Tras muchas dificultades al final dimos con una casita en una pequeña aldea de Burgos pero ya casi lindando con Cantabria. Aquí la totalidad del eclipse tendrá una duración de 1 minuto y 40 segundos, lo que está bastante bien, además el precio era relativamente económico al ser una pequeña casa para 2 personas (este año me han llegado a pedir hasta 1200€ por una semana en una casa rural, los precios estaban muy inflados). Como aliciente adicional el alojamiento no estaba muy lejos del Observatorio astronómico de Cantabria, así que tendríamos la oportunidad de conocer este lugar donde además trabaja una amiga nuestra, Beatriz Varona.
La parte mala llegó cuando empecé a mirar la meteo unos días antes, y es que prácticamente todos los días estaba nublado. Conozco la mala fama del norte, pero no podía creérmelo. Tan mala era la previsión que incluso llegué a plantearme unos días antes no llevar siquiera el telescopio. Parece ser que en verano no es infrecuente que se formen incluso nieblas en esta zona.
Con todo este panorama al final el día 1 de agosto salimos de viaje, con el telescopio en el maletero eso sí. En apenas 4 horas y media nos plantamos en nuestro destino (con parada de 1 hora para degustar un asado segoviano). El propietario de la casa nos enseñó el alojamiento, que tenía todas las comodidades, incluso WIFI. Era una casa pequeñita pero muy confortable para 2 personas. Aproveché para preguntar dónde podría ponerme con el telescopio si alguna noche despejaba (en ese momento el cielo estaba cubierto aunque la agradable temperatura de 19 grados era bienvenida después de los calores de Madrid).
El propietario me indicó una pequeña era de su familia a las afueras del pueblo donde podía entrar con el coche y poner el telescopio, estaría a unos 60 metros de la farola más cercana que quedaba tapada un poco con unos árboles así que me valdría para hacer astrofoto aunque es posible que la claridad molestara algo para la observación con prismáticos. La otra opción era ir a un cruce de caminos fuera del pueblo pero preferí quedarme con la primera opción por la comodidad de tener la casa rural cerca. Esa noche de todas formas no podría sacar el telescopio así que al día siguiente buscaría otras opciones.
El sábado visitamos el Observatorio Astronómico de Cantabria. Teníamos reservadas tanto la sesión diurna para ver el Sol como la nocturna. Después de comer subimos al observatorio que está lindando con el Geoparque de las Loras a 1.080 msnm. El paisaje es muy bonito y las vistas desde la cima del observatorio son espectaculares hacia el norte. Una de las cosas que me sorprendió fue la presencia de aerogeneradores próximos al observatorio. Afortunadamente tienen luces rojas y según me comentaron no afectan demasiado al seeing pero no deja de sorprender que, con la cantidad de montaña que hay pongan unos aerogeneradores tan pegados a un centro astronómico. Tras sacarnos unas fotos y hacer algo de tiempo entramos ya propiamente al observatorio.
Allí nos encontramos con Beatriz y tras charlar un rato subimos a la cúpula para disfrutar de la observación solar a manos de Javier Ruiz Fernández, un gran experto en nuestra estrella y autor del libro «El Sol» de la editorial Astromarcombo.
A través de un Taka TSA-102 con lámina Baader pudimos ver primero los impresionantes grupos de manchas solares que en ese momento había en el Sol, muy activo durante los últimos meses y después con un filtro Meade Solarmax pudimos ver detalles de la cromosfera como las protuberancias y los filamentos. Se dio la circunstancia de que al final de la observación se produjo una fulguración por lo que pudimos observar su destello en directo.
Después de la observación nos quedamos un rato con Beatriz y Javier mientras este último hacía algunas capturas solares con las cámaras DMK.
Ya por la noche, después de cenar, volvimos de nuevo al observatorio para la observación nocturna. La noche pintaba bien, con cielo despejado. Entramos con el primer grupo, la observación sería dirigida por Beatriz Varona. Después de apagar las luces del observatorio y dejar que nuestra vista empezara a adaptarse a la oscuridad pudimos observar un par de objetos a través del Meade de 16″ del observatorio. En primer lugar observamos la estrella Albireo y después el cúmulo abierto M11 o Cúmulo del pato salvaje. A través de la abertura de la cúpula se podía observar el cielo estrellado aunque cuando observamos el segundo objeto lo noté poco luminoso. No era de extrañar, en el ratito que estuvimos dentro se nos echaron las nubes encima y cuando salimos del observatorio para la explicación de las constelaciones a simple vista estábamos metidos en la niebla.
Los aerogeneradores próximos al observatorio tenían un aspecto fantasmal con sus luces rojas. De vez en cuando se veía una estrella por aquí o por allá pero enseguida eran tapadas por las nubes. Era como jugar al gato y al ratón. A pesar de ello Beatriz demostró una gran constancia y continuó con las explicaciones, aprovechando cualquier pequeño claro para hablarnos de ellas y las principales estrellas que las conformaban.
De vez en cuando pasaba algún coche por la carretera próxima y con las luces de los faros nos hacíamos una idea de la velocidad a la que avanzaban las nubes. Pasada una media hora el cielo se despejó tan rápido como se había cubierto antes y quedó a nuestra vista una majestuosa Vía Láctea. Aproveché para sacar algunas fotos más mientras Beatriz continuaba con las explicaciones al grupo.
Tras terminar la actividad y despedirnos de Beatriz nos volvimos a la casa rural aunque la presencia de nuevo de las nubes me desanimó a sacar el telescopio por tercera noche consecutiva.
Al día siguiente, tras disfrutar de unas cuantas visitas turísticas en las proximidades si que pude montar el telescopio ya que se presentaba una noche despejada. Cargué el equipo en el coche y me desplacé los 100 metros que había hasta la era que nos comentó el dueño de la casa rural. Ahí me coloqué procurando que las farolas del pueblo quedaran tapadas y no me deslumbraran mucho, también coloqué el coche de tal manera que me apantallara un poco la luz del pueblo.
Tras montar el equipo, alinear a la polar y hacer los flats comencé con la sesión de astrofoto pero de repente el ordenador se apagó. Sorprendido, me dispuse a encenderlo pero no arrancaba. Modo pánico. ¿Se habría estropeado? Lo peor de todo, tenía el enfocador extendido y sin conexión al pc no puedo moverlo. Ya me veía desmontando el enfocador para poder guardar el telescopio. Tras unos cuantos intentos el ordenador volvió a arrancar, resulta que se había activado un plan de ahorro de energía que había «suspendido» Windows. No sé como pudo pasar porque en el plan de energía que tengo configurado tengo deshabilitada esa opción. Una vez pasado el susto pude retomar la sesión de astrofoto.
Para esta ocasión había elegido fotografiar NGC6960 o la Escoba de la Bruja y NGC6979 o Triángulo de Pickering (aunque recientemente se está llamando a este objeto más apropiadamente Triángulo de Williamina Fleming ya que fue ella realmente quien lo descubrió). Hice unas tomas en Ha y en [OIII].
La humedad durante la noche fue alta, muy alta de hecho. Tuve que encender las cintas antirrocío para evitar la condensación en las lentes. El SQM marcaba un modesto 21.26 a las 02:15 con -13ºC en IR hacia el cénit y 12C de temperatura ambiente y 99% de humedad (tengo que cambiar de lugar el sensor de humedad porque creo que se satura y da lecturas equivocadas).
Como siempre, me entretuve observando un poco con los prismáticos y haciendo alguna foto con la cámara réflex. La verdad es que no disfruté mucho de la observación visual ya que con la humedad tan alta las lentes de los prismáticos se empañaban con bastante frecuencia y tenía que meterlos en el coche para que se desempañaran. He tenido que lidiar muchas veces con situaciones así en invierno en la zona interior pero tener que hacerlo en pleno verano me sorprendió. Las condiciones de observación en esta zona son realmente duras, ahora entiendo a los observadores gallegos, asturianos, cántabros o vascos…
Como tuve muchos ratos muertos sin poder mirar por los prismáticos vi bastantes meteoros y es que el máximo de las Perseidas se produciría una semana después y éstas ya se dejaban ver con cierta frecuencia. Mientras disfrutaba del cielo estrellado escuchaba de fondo los grillos, el gañido de los zorros y el ulular de algún cárabo. Finalmente a eso de las 4:30 decidí recoger el equipo, totalmente empapado, e irme ya a dormir.
Al día siguiente también pude volver a sacar el telescopio y antes de que fuera demasiado tarde me puse a intentar localizar y observar con prismáticos el cometa 13P/Olbers. Estaba bastante bajo en el horizonte pero no me costó mucho encontrarlo con los 10×50, aunque solo se apreciaba como un tenue borroncillo grisáceo. Para dar testimonio decidí apuntar el telescopio hacia él y sacar una única toma de 120 segundos.
Después me puse continuar con la sesión de astrofoto, continuando con el mismo objeto de la noche anterior. Desafortunadamente a eso de las 2 de la madrugada tuve que recoger precipitadamente porque las nubes se echaron encima. No pude volver a practicar la astronomía en el resto de días que estuvimos por culpa de la meteo.
La verdad es que la zona es muy bonita, tiene un montón de atractivo turístico y gastronómico. Unos paisajes increíbles, pero la meteo es horrorosa. No se si es por la predominancia de vientos del norte, cargados de humedad del mar, el microclima producido por el Pantano del Ebro, al norte, una enorme masa de agua que los lugareños afirman que cambió el clima de la zona… el caso es que los días suelen ser despejados en verano, pero en cuanto cae la noche las nubes se echan encima una y otra vez.
Como destino astronómico no es malo, pero no es de los mejores donde hemos estado. Si quieres compaginar turismo y astronomía si que puede ser una opción adecuada pero tienes que saber a qué atenerte. Tienes muchas cosas para ver, desde las primeras iglesias rupestres hasta impresionantes cuevas como la de Los Franceses o miradores espectaculares como el de Valcabado. También puedes visitar curiosidades como el único campo petrolífero de España en Sargentes de la Lora, dólmenes, cascadas, pueblos medievales, impresionantes iglesias y ermitas del románico…
Como posible destino para el eclipse solar de 2026 lo dejo como opción secundaria, creo que intentaré buscar algo un poco más al sur para intentar evitar la presencia de nubes pero no descarto volver algún año porque realmente el sitio tiene muchísimo encanto.